DON ANTONIO COBOS



Entre otras muchas críticas del Decano de los Críticos de Arte DON ANTONIO COBOS se recoge la que sigue por su menor extensión:

"ENRIQUE PADIAL, artista congénito y pintor por la gracia de Dios, pudo sumergirse en su día, en cauces pictóricos de fácil discurrir, henchido como estaba de luces meridionales cegadoras y de los cadmios imposibles, de puestas de sol granadinas, pero su ánimo inquieto le metió hasta las cachas en una pintura acre y hosca, que si es inasequible para muchos tiene para él y para su arte dejes de trascendencia.

Parecía predestinado nuestro artista a destripar motores de aviación y ponerles alas para volar, pero él quiso trabajar a ras de tierra plasmando los terrores, inquietudes, rezos y lágrimas de los seres sencillos que en el mundo bullen y quiso también que sus facies semejaran las muecas esperpénticas y rictus cadavéricos de los seres fantasmales e idos que en su mundo bullen.

La dicción pictórica de PADIAL -fogosa y luminista- está enfrentada con la línea acre conceptual y temática de su obra, y ello es, precisamente, lo que la distancia de las negruras solanescas y de Goya. Sus coincidencias con ellos son eso, coincidencias, porque, quiérase o no, las raíces hispánicas negras perviven pese a los destellos semafóricos, los escarceos electrónicos y el rugido de los motores.

Cuando ENRIQUE PADIAL arrincona su bagaje de inquietudes y abre de par en par las ventanas de su estudio costero al aire salobre del Mediterráneo, surgen sus bodegones rutilantes y suntuosos, impactantes y equilibrados, armónicos en el difícil equilibrio entre la línea y el color, pese a su aparente simplicidad, como prueba de que el entorno intimista de las cosas humildes puede subsistir ahuyentando las sombras.