MANUEL ANGELES ORTÍZ
PINTOR


"Hace unos días, para mi alegría y contento, recibí en mi estudio al pintor granadino ENRIQUEPADIAL. Confieso por pudor y cierta vergüenza que no lo conocía, posiblemente por que mis muchos años me han retirado del bullicio de las galerías y dedico el poco tiempo que me queda de vida -¡ojalá me equivoque!- a pintar con todo el sosiego de que soy capaz de disponer, que no es mucho, porque mi cabeza siempre está revoloteando por el paisaje de mis muchos recuerdos, de tantos amigos desaparecidos y del granadino Albaícín. Pero llamó a mi puerta este torbellino de alegría de España que es PADIAL. En una mano me traía una carta de Manolo Rivera, igual que hacíamos los pintores antiguos en los años de nuestras mocedades, y en la otra una hermosa y perfumada maceta de mastranzos –aquí creo que se le llama “bon-sauvage”; también, en manos de sus acompañantes, una botella de “Anís del Mono”- Rivera la había dicho que es lo que yo bebía con Picasso y una hermoso garrafa de vino de Huétor, un vino de Granada sacado de una uva que madura al pie de Sierra Nevada. ¡Para qué quería más…! Fue en el momento del abrazo cuando no pude evitar que mis lágrimas lloraran historia, historia vivida alborozadamente e historia asesinada.

Me vine con él a conocer su pintura la víspera del “vernisage” y el amigo ENRIQUE PADIAL me pidió un consejo. Yo, que no soy amigo de semejantes cosas, y menos a un pintor pleno como es él, acabé por darle el que recibí de Picasso cuando me vine a París con una carta de presentación de don Manuel de Falla. Padial sabe lo que le dije y estoy seguro que nunca se le va a olvidar. ¿Verdad?

Porque lo que me dijo Pablo fue que “la vida da muchas “corrias” y si la gente te ve el agujero te destruyen en cuatro días. Así es que te aconsejo hagas como yo, ya que la mueca de los labios es lo misma para el dolor y la alegría. (¡¡Ay, que me muero!!. ¡¡Ay que alegría!!...). Metete el puño bien apretado en la herida, ¡sin que nadie te la pueda ver nunca! Y sonríe, sonríe sin desmayo, para que no te destruyan”.

Lo que sí voy a ser capaz de afirmar públicamente es que Andalucía o Madrid- que él está en los dos sitios siempre-, nos ha enviado a un pintor que tiene en cada cuadro una maza. Yo le dije "que pintaba dando puñetazos y que yo pintaba haciéndole cosquillas a los cuadros". Pero eso en vez de separarnos nos une, porque PADIAL con su cautivadora fuerza y pasión es un revolucionario que llega dispuesto a incendiar París. ¿Nos imaginamos lo que sería que todos estos personajes tomaran vida y salieran de los cuadros para pasearse todas las tardes delante de las elegantes boutiques del Faubourg St. Honoré?. ¡Qué espectáculo más aleccionador y más escandaloso!. Esta sola idea a Federico García Lorca le hubiera hecho enloquecer de alegría.

Cada artista es cada artista yo no soy nadie para decir nada de la obra de ENRIQUE PADIAL; nada que no sea su ambición de bien, su sorprendente fuerza expresiva, su alta calidad y desenfado, la genialidad que encierra, la valentía del colorido y el absoluto desgarro. Hoy París, como en tantas y tantas ocasiones está de gala y de enhorabuena. Yo me alegro por la gran pintura de mi amigo ENRIQUE PADIAL, por el Arte, por nosotros y sobre todo, por qué negarlo, por mí. ""