JEAN PIERRE RAYNAUD, dice:
"Contemplar la pintura del español ENRIQUE PADIAL es algo así como correr un riesgo de inimaginables consecuencias en orden a la cautivadora sorpresa que nos produce, sin que, en un primer momento, podamos discernir las causas que provocan esa atención, por parte del espectador, que exigen cada uno de sus cuadros.
Podríamos aventurar, en una primera visión, que es la fuerza del colorido -a veces "fauve "- la que nos atenaza; pero no, esa es la trampa consciente que coloca el artista para sujetarnos, porque al instante, nos vamos apercibiendo, como si una nueva luz interior nos iluminara, que el brutal y sincero desgarro que habita sus cuadros impregna la tela de un contenido, unas veces social, otras lírico y siempre humanizado lleno de provocación y de un clamoroso grito de '¡Justicia!" salido de cada uno de los variopintos personajes de su fantasmal galería del dolor.
Esta Pintura española, tan recia, honda, visceral y cruda anda ajena a los espectaculares procedimientos falsos que usan los pintores que, a falta de alma e imaginación que aportar a sus obras, se apoyan en argumentos de "técnica " sin que un pálpito de vida lata en sus telas. Ser pintor español es casi por definición una garantía, pero si además se es pintor andaluz, es toda una responsabilidad al tener que enhebrar con hilo de oro el turgente caudal de su colorido, con el sentido dramático de la vida y el indudable resplandor festivo de un pueblo sabio.
Las importantes obras que PADIAL nos muestra en GALERIE DROUANT, parécenme girones de su alma por la indudable fuerza y sinceridad que poseen. ¿Es este andaluz un pintor del Siglo de Oro Español con la grandeza de su derrota a cuestas?. ¿Es, acaso, un visionario de almas, un taumaturgo que primero se adentra en el dolor del mundo para después oficiar el prodigio?. En su pintura, lo que parece tautología no son más que hondos y desgarrados deseos de universalizar a través de las formas el drama humano, sus causas y sus responsables.
En este festín de la dulzura alzo que es la temporada de explosiones en París, viene PADIAL con su valija llena de colores, paisajes, personajes y llagas para apagar las luces en los rendez-vous y encender las bujías del amarillo _ cebo de la gran pintura española de todos los tiempos. No parece más que en, los mástiles que lucen todas las esquinas de la "ribera derecha" PADIAL haya colocado el dicho tan español de "apaga y vámonos ".
Es legal decir, por haber sido testigo presencial de la situación- que la reciedumbre de esta pintura mereció el grito de un sorprendido Alain Delón: "¡Bravo!. iQué bella pintura...! ¡Viva Andalucía!", al mismo tiempo que Sophia Ponti, preguntando por el pintor no dejaba de exclamar: '¡Pero qué agresividad!"¡Ma qué agresivitá!. En esta magnífica y novedosa exposición se nos muestra lo que no queremos ver, lo que nos atormenta, lo que nos hace sonrojar.
Mendigos, locos, flores, naturalezas muertas volcadas al Mediterráneo y mucha Historia de España con sus toreros y supersticiones, la brujería y su mundo, Andalucía y enloquecidas ensoñaciones presididas por el gran cuadro de Falla bajado a los propios infiernos de "Atlántida "presidiendo este oasis de pasiones, desgarro, bravura y color.