LA PINTURA-HISTORICA DE PADIAL
ESTHER CHOCANO, escribe:
Por primera vez llegué ante sus cuadros y me encontré con la HISTORIA que Padial escribe casi sin quererlo a golpes de color como si el fenómeno se prodigara por casualidad. Así es de espontáneo.
Historia en tecnicolor. Historia en siete colores cálidos que inundan y desbordan cada pedazo de tierra del suelo andaluz, cada maceta, cada almendro. Colores impresionistas de pincelada gruesa inherentes al paisaje del Sur, perennes... Colores que matan, que duelen, penosa tragicomedia de una plaza de toros festivos que se asoma detrás de la muerte.
Colores que nos hablan de la alegría en la garganta y la miseria en el fondo del estómago, que se tornan sólo luz -nada menos que en el fondo del estómago; que se tornan sólo luz -nada menos que luz- en los otros cuadros del fondo oscuro, los del Callejón del Gato, "aquellos que PADIAL ha querido buscar en la guerra contra el francés", eterna guerra contra lo que no somos. Personajes que, de modo brutal, se arrancan la máscara para mirarnos con las entrañas, nativos de "otro Sur", seres de la cara oculta de la Luna.
Viejos, indigentes, tullidos, borrachos,... estampa poco celestial de la tradición católica. Hombres que se tornan crédulos a fuerza de creer, de ser creyentes. Un Cristo que se apoya en un par de fundamentos de tinte surrealista. Mil fantasmas que pueblan nuestro aburrimiento más allá del ordenador personal y de la máquina eléctrica de freír patatas.
Granada, orgullo del Antiguo imperio, hija ilegítima de la Guerra Civil -de cualquiera de ellas-; Granada desnuda, sin jardines, sin fuentes, sin Alhambra. Una masa informe de carne envejecida que se desgasta...¡Tantas cosas se quedan por hacer...!. por debajo de los artistas, de los políticos, de los milites y embajadores, de los cardenales y obispos, Granada; siempre Granada, por delante, por encima, por detrás y por abajo de todo, como si toda la Historia de España cupiera en el pincel mágico, sincero y desgarrado de ENRIQUE PADIAL.