LOUIS BERTRAND, escribe en Les Cahiers d'Art:

“PADIAL EN GALERIE DROUANT”


"Sea porque el Arte actual camina por sendas obsesionadas por la que yo denominaría "individualismo diferencial abusivo ", carentes en la mayoría de los casos de significado y siempre sobradas de abusivo tecnicismo; sea, porque el Arte, en lo que a la Pintura atañe se ha empapado de conceptos matericos excluyentes, es bien cierto que escasean los artistas que efectúan sus telas manteniendo el imprescindible equilibrio dentro de la armonía que exigen "fondo” y "forma". Así, en el transcurrir del discurso formal de un cuadro, el espectador, recibe el mensaje que el pintor proclama (unas veces directamente comprendido y, otras, con la aportación individual de la propia experiencia de la persona que lo contempla).

Un cuadro se explica sin necesidad de que su autor esgrima argumentos en su defensa. Esto ocurre cuando la pintura es verdadera pero cuando no lo es, el engañoso artista se esfuerza en poner vocabulario y vocabulario sobre la superficie de la tela en busca de justificar lo injustificable.

Estas disquisiciones sobre la verdad y la falsedad de la pintura sirven para separar la cizaña del trigo y para poner sobreaviso a los incautos que no faltan al acto social de los vernisages (sic) -inauguraciones-.

En la exposición de PADIAL, no fue necesario recordar cosa alguna de lo dicho porque, el propio artista se había encargado de traerá París unas telas llenas de brío, en las que el color -en ocasiones casi cegador- entra en competencia con las formas y su contenido para realzar armónicamente el acusador mensaje humanitario que habita en cada una de sus creaciones.

Yo he visto, en GALERIE DROUANT, un público sorprendido, preocupado y hasta ofendido por lo que estaba contemplando que no era otra cosa que la biografía de sus personales calamidades. Envueltos en esta pasión de la pintura, el ir y venir de un cuadro para otro fue la constante del día inaugural. PADIAL, recio artista español que ha hecho de cada uno de sus cuadros un melodrama -diría, drama, a secas, sino fuera por el misterio de dulzura que los envuelve- es hombre preocupado por los problemas que nos afligen; un pintor que pinta historia viva de su tiempo con el desgarrado formalismo que le imprime una visión honda del hombre.

Cuando el concepto "social" trasciende a planos superiores de la colectividad, sin concesión alguna a lo que aparentemente pueda ser anécdota, el Arte alcanza el valor y la categoría de Arte Histórico, que en PADIAL es Pintura Histórica, sin arribajes ni celofanes enmascaradores de realidades vivas. No es cuestión de individualizar el comentario crítico de los cuadros que integran la exposición. Aquí hay que hablar del "todo "puesto que elementos parciales de un grandioso y magnífico retablo plástico, es su obra.

Ante las telas de PADIAL, no he podido evitar imaginar momentos finales de algunas de las representaciones teatrales de la Comedia Francesa, en orden a la perfecta distribución de los persona/es, en los que, unas veces, jugando con el surrealismo y, otras, con el más apasionado de los realismos, se nos manifiestan irónicos, acusadores, desafiantes; provocadores o llenos de calma. La cuestión es inquietar y zarandear conciencias.

Mendigos, "clochard", desarrapados en los que ninguno reparamos, sirven a PADIAL para lanzarnos a la faz las sinrazones de unas sociedades que caminan sobre el palafrén de sus propios egoísmos. PADIAL es el oculista que nos pone gafas para que aprendamos a ver con claridad y nitidez lo que no queremos ni ver, ni saber. Parece que tenemos ante nosotros un médico del alma, un sanador de carroñas, un extirpador de pillajes y sobornos, un taumaturgo que ejerce su liturgia desde el cálido resplandor de sus colores para amparar las formas de la opacidad de las miserias que le afligen. Todo esto es historia del hombre. Historia nuestra elevada a categoría, por eso la pintura de PADIAL, llena de reciedumbre española, es PINTURA HISTÓRICA, pintura para la Historia, pintura definitiva para la Historia del Arte.